... para una fisiología de la República Literaria

   A diferencia de otros documentos, surgidos de ámbitos y emisarios que refuerzan la endogamia del poder inscriptor, estos apuntes son residuos y germinaciones de prácticas insubordinadas a los patrones discursivos de la República Literaria:
   Entre 1987 y 2001 Esteban Tómaz fue coordinador interregional de la FeriadeLibros-Pueblo (“un canal de integración social entre la expresión escrita y la comunidad de la que surge”): recorriendo ocho provincias argentinas, su iniciativa rescató del olvido indiscriminado más de un millar de textos confeccionados artesanalmente por los propios autores –de diversas procedencias e improcedencias–, quienes, sin tener que someterse a instancias descalificadoras, se integraban y constituían en protagonistas e impulsores de aquella horda de cultura anómala.
   Desde entonces, casi clandestino –la democracia tiene sus listas grises–, el ignoto bachiller realiza entre perplejos y arriesgados escaramuzas irregulares que implican entre otras travesuras seminarios como el que se atisba y su Laberinto Semántico della Banda Arcana (un dispositivo de literatura potencial a través del cual los alfabetizados indagan lúdicamente la vigencia de prejuicios basales en sus esquemas de pensamiento).
   Las instituciones que nos dan la palabra también nos protegen de llevarla a los hechos, ergo, las instituciones que cuentan no alentarán que cualquier alfabetizado plasme palabra alguna sino en sumisión a foros y estereotipos de acalladoras progenies. Por ahora, una errática ignorancia a la intemperie balbuceará su versión desamparada.
    Sigue Ud.-


Apuntes para una fisiología de la República Literaria

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Libro 1 - La palabra Golem (dominación y denominación)
Libro 2 - [primeros apuntes] (el Libro es atributo del que manda)
Libro 3 - Bajo la pregunta de Foucault (poder sobre el saber y saber bajo proder)
Libro 4 - Autos de Fe (enmarcado en la obra homónima de Pedro Berruguete)
Libro 5 - Círculos viciosos (Hipatia de Alejandría en órbita el derecho positivo)
Libro 6 - Menhires (de la adoración a la cosa al fetichismo del concepto)
Libro 7 - Perdiendo mi religión ( la historia de los benditos es la Historia que nos maldice)
Libro 8 - La tentación del bien (Louise Michel entre el peronismo y Wittgenstein)
Libro 9 - carne y palabra (cuerpos del deseo y trizas de la religión)
Libro 10 - Esferas de contención (toda revolución extiende una obediencia)




algunas pizcas:  

“(…) El acto de pensar en realidad no se reduce al acto de pensar la realidad amparados por la misma realidad a la que nos atenemos. Una realidad social es demasiado compleja para pensarla en el acto, particularmente la nuestra, donde los actos burocratizados (o pulsiones inducidas) eximen de ejercicio de consciencia a los pensamientos implicados. El pensamiento central egocentriza las posibilidades del diálogo social, haciendo que los mediocrizados reduzcan sus pensamientos a acciones mezquinas que los conducen a ampararse, acomodaticios, en los consensos políticamente correctos del sistema (…)” (La Palabra Golem)

“(…) Por ello, el lenguaje es necesariamente jurisprudencial y jurisprudencialmente ambiguo, por ello, un habla [para el lenguaje dominante y subsidiarios –atenidos a las relaciones de producción económica que les sustentan–] no manifiesta sino carencias semiológicas cuando no se adecue a la normalidad de los alegatos, esto es, cuando no se subordine confirmando la cualidad interlocutora que valida [políticamente] su pertenencia corporativa a un orden social regulado por un sistema de signos bajo arbitrio de saberes legitimados por un poder temporal, saberes a los cuales, desde una sociología de los discursos bien podría denominárselos “mendacidades organizadas” (…)” (primeros apuntes)

“(…) Para que haya lo que se (nos) dice Civilización debe haber un lenguaje que nos lo diga. Que un lenguaje se nos diga y nos comprenda no implica que lo comprensible de ese lenguaje tolere que lo que ese lenguaje civiliza se indague indagándole con comprensión recíproca. El mero hecho de decirnos civilizados no implica que podamos hacer nuestro a nuestro lenguaje, y sin hacer nuestro a nuestro lenguaje resulta inconcebible sentir nuestra a nuestra civilización (…)” (Bajo la pregunta de Foucault)

“(…) A través de usos restrictos de cultura escrita (restringidos/restrictivos), convertidos en usos totales de inscripción social, la literatura sustancial de los pueblos del Libro establece para sus deudatarios (en moral sistémica y convenciones estéticas de sus secuelas) la estructura de tolerancia (parcelas de totalitarismo) a la que deberán adaptar sus movimientos las retóricas posibles > retóricas cautivas (que cautivan) en tanto las sucesiones del poder coinciden en habilitarlas como segmentos beligerantes cuyas concurrencias (derivadas del, y en orden al sistema que las prefigura) participan en calidad de rehenes de las efectivas relaciones de producción que les posibilitan –en cuanto líneas admitidas de pensamiento a seguir– nombrar la realidad plausible, discurrir de lo que transcurre en el argumento que las transcurre, escenificar, pero no más (…)” (Autos de Fe)

“(…) El Derecho no es la realidad pero sí la preceptualidad que pretendemos aplicarle. El mundo moral necesita limitar suertes. Aunque la (ad) vocación lectora intente liberarse de lo predicho, la (pre) disposición escritora la reestructura bajo control: el poder observa el hecho, lo observa en tanto observable, esto es, circunscripto a lo tolerablemente legible (…)” (Círculos viciosos)

“(…) El ombliguismo es una perspectiva absoluta, inevitable en cierta instancia evolutiva de cualquier organismo vivo (muchos humanos mueren sin salirse de esa etapa, ni dar muestra de estar emparentados con los mamíferos superiores). Cuando ese ombliguismo toma carácter cultural de identidad colectiva pasa a llamarse etnocentrismo. Para averiguar cuánto le queda de vida a lo ciclópeo que nos queda, o calcular cuánto nos permitirá seguir viviendo, la cuestión es reconocer si el organismo que nos instruye y destruye peca de rudimentaria inocencia o sofisticado apetito de poder. Las visiones que se ubican en el centro de un universo para clasificar lo diverso son engañosas, no tanto porque indefectiblemente sean falsas (precisamente, eso dependerá del lugar desde dónde se las mire) sino por engañeras (…)” (Menhires)

“(…) Un inscriptor no propone diálogo ni dispone de sus escrituras, los inscriptores son erigidos por el Poder a modo de catedrales y museos (sus contenidos los preexisten) para poner la creencia y la memoria en su lugar; > puesto en el lugar (enajenado) de poner en su lugar (enajenante) la creencia y la memoria (no singularizándolas, sino conglomerándolas), lo inscriptor (institucionalizada persona civil de marcialidad velada) asume y se sume en el lugar de reproductor asalariado que de no cumplir al pie de la letra la transmisión de consignas será puesto en disponibilidad (como sus aturdidos y azotados) (…)” (Perdiendo mi Religión)

“(…) Un discurso es ámbito de propiedad histórica [contiene en la medida que es contenido], y la Historia es propiedad discursiva de lo que se conforma dada la situación; de allí que las palabras de lo relatado por la República Literaria (y hasta la representación material de las usinas de lo que se nos relata) parezcan cargar propiedades categóricas, atemporales y trascendentales, pero un discurso es siempre –en tanto historia legitimada por la época– memorias del presente. No hay misterio: para que el negocio de la Memoria prospere conglomerando voluntades sus accionistas necesitan hacernos el olvido corpuscular brindándonos la actualidad. De este modo, el lugar común de nuestro futuro se compone de rememoraciones y promesas que se apoyan en nuestra propia desaparición celebrada por imágenes sustitutas (…)” (La tentación del bien)

“(…) La palabra es un sitio imposible, en ella no podré permanecer porque devasta. Transitarla urge acciones suspendidas que adulteran la ocasión en predicción de flagrantes ambiciones. Por desdicha, sin plasmar carne en tu carne lo confieso: mi lenguaje mantiene lealtad con lo que odia, pero es infiel a lo que ama. Así es la trama. La palabra es un sitio imposible y la carne es accesible, está siempre en situación de ser arrasada (…)” (carne y palabra)

“(…) El Poder realizado no ciñe el cuerpo del componente subordinado, lo necesita para extenderse en lo intrínseco del sirviente que lo expande. Tampoco debe dominar necesariamente el objeto motivador, sino hacerlo objetivo del componente subordinado, presentándoselo como promesa de realización (…)” (Esferas de contención)

contacto: bandarcan@hotmail.com
Gabinete du Bateleur: 10 Nº 1379, La Plata, Argentina


> Seminario 10 apuntes desencajados:
(anfitrión particular o institucional interesado
contactarse personalmente o por mail).



Apuntes para una fisiología de la República Literaria
(un prefacio)

(París era una fiesta, hasta que fui invitado)

["La habitación es más grande que la torre"]
tomado del film de Herzog "El enigma de Kaspar Hauser"

    Mis dichos serán apócrifos, en el sentido de que no serán apostólicos; mis dichos serán, en todo caso por serme socialmente en lo que digo, imposibilidad de estancia cultural constatable a cada dicho.
   El carácter fingido y fabuloso de lo que expongo (con lo que me expongo al castigo de la severa razón Occidental), más que deliberado es de liberado que no sabrá otra cosa que orbitar alucinado la prisión bibliotecaria de la que no podrán escapar sus pensamientos.
   La razón Occidental, y otras rimbombantes categorías que mi ignorancia tergiverse, estimo serán evaluadas parodias censurables de parodias aceptadas. Occidente no es algo sobre lo que pueda especular (está en mí), es algo que a penas puedo sentir, en lo que apenas me puedo sentir, y que, improbablemente, en su Razón me sienta porque no soy sujeto autorizado a inscribir realidad–.

   ¿Por qué divinizamos los discursos del Poder? ¿Por qué se nos imponen?

   Respuesta de los discursos del Poder:
   - Eso ya lo pensaron otros, cítalos muchacho!
   Respuesta del ignorante:
   - ¿Citarlos?..., sí genéricamente las locaciones efectivas de los intelectuales contemporáneos no suelen coincidir con los domicilio mentales que declaran (y los pensamientos de los póstumos son reducidos a monumentos en nichos privatizados); por otra parte, que siempre, siempre, siempre lo hayan pensado otros (principalmente cuando ni se les ocurriría), ¿no es seré mal pensado– utilizado por la República Literaria como alarma policial, amedrentadora, para desalentarnos que alguna vez, fregándonos en sus autoridades restrictivas, comencemos a pensarlo cada uno?

   ¿Por qué divinizamos los discursos del Poder? ¿Por qué se nos imponen?
   Yo pienso que los divinizamos porque nos ubican, porque nos dan lugar periférico, servil, en torno al trono de verdades que supuestamente nos protegen, porque nos confieren certidumbre, aunque fatal, nos confieren certidumbre donde no la hay. La razón del Poder se percibe cierta, la de nuestra felicidad no. (Los pueblos del Libro están montados en promesas: para no cumplir con mi palabra, prefiero encarnar una amenaza. Porque he llegado no soy lo que se espera).

   Entonces, a través de esta impertienencia que son los Apuntes para una fisiología de la República Literaria, intentaré aportar estímulos singulares a los que se atrevan a afrontar esas preguntas desde sus circunstancia singular (que no será aunque los esquemas de pensamiento les correspondan pertinentes exactamente el lugar de la ciencia, la filosofía, la teología, el sentido común), pretendiendo así detectar, cooperativos en la diversidad, en qué punto de lo que creemos nuestro propio complejo discursivo y bajo qué mecanismos, desde el lugar de la ciencia, la filosofía, la teología, el sentido común, nos llega el golpe que ponga de rodillas a nuestras irreverencias.

   Esta es mi hipótesis, que aunque detenida en cualquier punto se exhiba insostenible (porque es vuelo trazante) entiendo que incita, o al menos insta, a superarla, superando el conformismo dialéctico y espiritual en que se ha estancado el pensamiento humano, o refutarla, reafirmándose confirmándose cada cual en el usufructo de la razón acumulada. Esto pienso (y padezco): - Si no comprendemos sino desde el Poder el discurso de la razón, si lo divinizamos hasta lo infalible, es porque no comprendemos la razón del discurso de la razón que nos comprende, obligándonos a entendernos para con los beneficios excluyentes de las estructuras prosaicas que lo promueven.

   El basamento genealógico de todo discurso se apoya en la potestad de establecer un prejuicio. Una vez instaurado, su eje sustancial mantendrá rigidez en el decurso porque todo discurso que participe deudatario/tributario de la referencia histórica (en especial las revisiones históricas de la referencia) devendrá sólidamente acrítico, o bien, enmudecerá en críticos vacíos si no se le confirmase en concurso al prejuicio basal.
   "Ya hemos hablado mucho de lo que deben decir, cambiando de tema, ahora ¿me pueden decir lo que deben? -así de grosera funciona la República Literaria.

   Revolucionar un discurso obsoleto no depende de la revolución de las formas que lo contienen, ni siquiera de alterar o transgredir sus contenidos formales (estética y bagaje de saberes no tienen por qué repudiarse: no renunciemos a la herencia que nos renuncia); un discurso se revoluciona conquistándole a través del misterio mayor que se traiga otro prejuicio (lo que no implica que el nuevo prejuicio, en sí, se imponga con tamaño colosal, ni que los argumentos derrocados no dejen sus resabios en aquellos que pronuncien sus desmentidas), esto es: una verdadera revolución no puede ser amoral, no por la cualidad moral que componga (tal cualidad, toda genealogía discursiva se la atribuye) sino por el moralismo que descompone lo adviniente ya que la resolución de un discurso obsoleto sí es de incumbencia ética.
   Sin darnos a la perorata, ética es actuar. Actuar la omisión propia es cuestionable; pero obrar el soslayamiento del prójimo por argumento delegado es infame.
   Nos convenga o no, por ético será tomados cualquier plano que brinde superficie a una acción discursiva que imprima relatos morales de penitencias y méritos. Casi todo es ética, aunque no todo es ético, por ejemplo: un cadáver autorreferente que se vende como memoria colectiva.
 Propongo reconocer y desmontar prejuicios basales que de facto se nos imponen extorsionándonos con el silenciamiento si no los aplicamos a los demás: - Cuando un lenguaje puntual se encarama lenguaje de todos no hace menos que desplegar su mediación entre lengua y habla en beneficio de algunos.
   Ahora hipoteticemos un hipotético resultado triunfal de mi hipótesis. El discurso incipiente, indefectiblemente, estará impregnado de potencialidad divinizadora transmitida por la relación carnal que éste ha venido sosteniendo con el discurso acabado. Lo divino, se mantendrá expectante, latente en el discurso refundador de la condición humana, requiriéndose de la revolución cultural una constante actitud y aptitud crítica para no sucumbir a Dios, que es el eufemismo paradigmático del verbo (lengua, lenguaje y habla); Dios es un prejuicio, a tal punto lo es que su prejuicio conlleva juicio final. Y Dios ha encontrado en Occidente numerosos modos racionales de nombrarse convincente.-


Esteban Tómaz
París, noviembre 2005

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Seminario anual / Apuntes para una fisiología de la República Literaria (atribuibles al ignoto bachiller Esteban Tómaz) 
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